La mejor panorámica de ambas orillas del Duero y el paseo más famoso de Oporto
El paseo en barco por el río Duero es una de las actividades más populares de Oporto. Pero ¿en qué consiste? A pesar de las múltiples opciones que hay, todas las empresas que se dedican a ello hacen exactamente el mismo recorrido con la misma grabación. A continuación os explicamos un poco esta actividad tan demandada especialmente cuando hace buen tiempo.
La navegación consiste en un paseo en barco de alrededor de 45 minutos por el río Duero. El embarque se puede hacer tanto desde la orilla de Oporto como desde la orilla de Vilanova de Gaia, donde están las bodegas del vino de Oporto. Subáis al barco que subáis, e independientemente de la empresa, el recorrido es el mismo, pues todos van hasta el último puente río arriba, el Ponte do Freixo, y regresan por la ribera contraria hasta la desembocadura, en Ponte da Arrábida. Durante el recorrido una grabación programada irá explicando las características de los diferentes puentes a medida que os acercáis a ellos y también pequeños detalles de ambas orillas. Por ejemplo, dónde estaba la antigua aduana, los bodegas históricas de la ciudad, el monasterio de Serra do Pilar que domina el río, o ya más en la actualidad, los diferentes usos de los puentes más modernos y el tráfico que tienen. La pega de la grabación es que está en portugués e inglés, y no parece que tengan intención de ponerla en español por el momento. Aún así, merece la pena hacerlo especialmente los días de buen tiempo, y como es un viaje de ida y vuelta pasaréis dos veces por el espectacular Puente de Luis I, el icónico puente de hierro de Oporto diseñado por uno de los discípulos de Eiffel, sí, el de la Torre Eiffel de París.
Los embarcaderos principales están del lado de Oporto justo en la Plaza de Ribeira, el punto neurálgico de todo lo que pasa en los muelles, y muy visitada por todas las pequeñas casitas de colores que se extienden desde su centro. Es el barrio más antiguo y la zona medieval de la ciudad, antes de subiros al barco bien merece un pequeño paseo o incluso un tour para conocerlo a fondo y descubrir sus secretos.
Respecto al barco, no os esperéis una embarcación tradicional, aunque la idea original era simular un barco antiguo, el crucero se hace en un barco moderno a motor. Cerca de los barcos modernos, especialmente en la orilla de Gaia veréis otros, los que se intentan simular, que ya solamente están de adorno, que son los barcos rabelos. Estos son barcos originales que transitaban el río Duero cargados con los barriles llenos de vino (y vacíos de vino a la vuelta) a lo largo de 100 o 150 km., desde la zona de producción hasta las bodegas, pero a día de hoy ya no es posible esta navegación por ineficiente y por los embalses del río, así que se han quedado literalmente para la foto. Y la verdad que las fotos quedan muy bien.
El crucero de los 6 puentes de Oporto se puede hacer todos los días del año entre las 10.00 y las 16.30, aunque en temporada alta se alarga el horario hasta las 18.30 hora local. Aunque compréis una entrada por adelantado vuestra plaza nunca está reservada, si el barco se llena o llegáis tarde zarpará sin vosotros así que la mejor opción es comprar la entrada directamente en su puesto del muelle y esperar haciendo cola a que salga el próximo barco. Las salidas se producen cada media hora y los barcos tienen capacidad para 50 personas, distribuídas entre proa, popa y los laterales, donde también hay asientos. El precio de la actividad es de 18 euros y de la mitad para los niños (menores de 4 no pagan nada) pero existe una forma de conseguirlo más barato incluso, y es reservar un free tour con nosotros, ya que al ser nuestro cliente y mostrar tu reserva te harán un descuento de 3€ por persona. Atención aquí, os hacen un descuento, pero como hemos dicho antes, no se reserva nunca la plaza.
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Por último señalar, que aunque es una de la actividades consideradas como imprescindibles en la ciudad de Oporto, los días de lluvia no es muy recomendable, ya que a pesar de tener parte cubierta, la experiencia no se disfruta ni la mitad de lo que sería en días soleados. ¿La mejor hora? Como para cualquier actividad concurrida: la de comer.
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